Apellidos inventados para familias reales

Me gusta el paseo que doy cada mañana desde que me bajo del autobús hasta que llego andando al trabajo. Apenas cinco minutos en los que, siempre, me cruzo con dos historias que nada tienen que ver: dos familias que se disponen a empezar el día, como yo.  

A los Tous (apellido totalmente inventado pero considero que les identifica mucho) los distingo poco antes de bajarme. Siempre me pregunto desde dónde vendrán andando. Es cierto que a esas horas hay mucho tráfico pero no creo que sea excusa para que esa mujer con sus seis hijos no vayan en coche. Seguro que tiene un motivo.

Cuando ya me bajo ellos me llevan unos metros de ventaja y es imposible no observarlos. La mamá empuja con una mano un carrito con dos bebés más un niño de unos dos años subido al escalón. De la otra mano lleva cogida a una niña que no tendrá más de cuatro años que, a su vez, coge de la mano a otra más pequeña. El mayor, que quizás tenga seis años, va solo, casi siempre se queda atrás, vigilado por su madre que cada cinco segundos gira la cabeza.

Yo llego a mi oficina y ellos siguen. Seguramente van al colegio que hay dos calles más arriba. Al rato vuelve sola, lo que me hace pensar que se va al trabajo.

Siempre he pensado que esa mujer tiene que estar desesperada. Acompañarlos al colegio es el único momento de la mañana que yo veo pero me imagino qué supone poder salir de casa: levántalos, dales el desayuno, vístelos (que por cierto van siempre todos de punta en blanco)...una auténtica locura.

Pero de desesperada nada. El otro día llovía aquí en Granada (y ayer, y hoy y seguramente mañana...). La calle estaba llena de charcos. Todos los niños iban con sus katiuskas saltando de charco en charco mientras su madre les miraba con cariño, riéndose. A mi el hecho de que lloviera ya me había puesto de mal humor y no podía entender cómo esa mujer se detenía para verlos disfrutar. Ahora veo que a la que no debería entender es a mi.

Hay un momento en el que todos coincidimos: Los Tous, los Darín (también inventado) y yo.

Los Darín son un padre y un hijo que el padre hace de hijo y el hijo de padre. Ellos no caminan, ya han llegado. Esperan a la furgoneta de la Cruz Roja que viene a recoger al padre, al que por la edad sé que es el padre. Él también va a su colegio, con sus amigos (la furgoneta está siempre a tope!).

Yo ya estoy en mi oficina cuando llegan los de la Cruz Roja. Los veo a través del ventanal. El padre, a duras penas, consigue subir con la ayuda de su hijo y del conductor. Se dicen algo, no escucho lo que es, debe ser alguna broma porque todos rien. Y eso es lo que siempre me llama la antención, el buen humor a esas horas, en esas circunstancias. Me vuelvo a dar cuenta que a la que no entiendo es a mi.  El hijo espera a que la furgoneta arranque, seguramente como hacía su padre cuando él se iba de excursión.  

 
Al fín y al cabo los Tous y los Darín no me parecen tan diferentes.

Jéssica hb